Una avería en uno de los motores del airbus de Vueling que cubre la ruta París-Santiago obligó a más de un centenar de viajeros, incluidos alumnos del instituto Lugrís de A Malpica, a pasarse nueve horas de espera el pasado sábado a pan y agua... porque los vales de comida que proporcionaron los responsables del aeropuerto Charles Degaulle (la compañía no dio la cara) eran de seis euros, que apenas permitía adquirir un muffin (2,90 euros) y un botellín de agua (2,50) o bien un sándwich (4,80), apoquinando en este caso parte de la bebida el propio afectado.
Así, con el avión a punto de despegar (justo a mediodía), el comandante Rubén Barrachina advertía sobre la avería en uno de los motores, pero también que se repararía en "una media hora". Tras tres intentos fallidos de mover el airbus, el malestar era evidente sobre todo entre las madres que, con niños pequeños y bebés a bordo, reclamaban algo más que el agua mineral que las azafatas se dignaron a servir a lo largo de las tres horas que obligaron a permanecer en el aeroplano a todo el pasaje.
Finalmente, Barrachina conseguía que un autobús devolviese a los sufridos compostelanos a la terminal, donde pocos se imaginarían que el vuelo no arrancaría hasta las 21.00 horas. ¿El motivo? Que a pesar de que la avería estaba solucionada antes de las cinco de la tarde, la tripulación había superado las horas de trabajo, y hubo que destinar para el viaje otra diferente.
Enlaces perdidos, compromisos no cumplidos y un estado de ánimo por los suelos (el personal del aeropuerto sólo hablaba francés y Vueling no envió a nadie) fueron el resultado de un vuelo 8223 para olvidar, que la compañía quiso resarcir entregando vales de 20 euros para futuros vuelos, que pocos se mostraron dispuestos a utilizar.
Informacion: Elcorreogallego.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario